Se portan mal y no pasa nada! ¿Quién no ha oído la frase "Se portan mal y no pasa nada!"? Es una afirmación equivocada porque siempre pasa algo: queda impune una falta, se ignora un error, se consagra cierta tolerancia, se escatima una reflexión, se pierde una oportunidad de "castigar" o de aprende mas bien... Para muchos profesores lo esperado ante una conducta negligente es un castigo. Pongamos "castigo educativo", para ser exactos. Aunque creo que eso, en realidad, no existe. La mirada pedagógica sobre el mal comportamiento obliga a tres acciones. El orden es lo de menos, pero los tres actos son necesarios: 1. Reconocer la culpa. Es decir, reconocer la responsabilidad sobre el mal comportamiento. El alumno debe entender y aceptar la responsabilidad que tiene sobre sus actos. Pero de verdad, no para escabullirse de la situación. Esto implica superar las tres grandes técnicas de exculpación: "Yo no fui!" + "Hay otros haciendo lo mismo!" + "Siempre me decis a mí nomas profe!". Yo lo cuento a mis alumnos e incluso lo pasamos bien identificando las tres excusas en muchas ocasiones. Ser responsable 2. Reparar el daño. Arreglar el estropicio, reparar la falta. Hablar con el ofendido, entender la situación. Naturalmente hay cosas irreparables, pero son las mínimas.
3. Pedir perdón. Es lo más difícil, sin duda, aunque sea una petición sentida. Y debe serlo siempre. Yo no obligo a pedir perdón a nadie que no sienta que debe hacerlo: trato de que se ponga en lugar de la víctima para que logre la empatía necesaria para este difícil cometido. A veces es un tema de tiempo, simplemente. Otras, nos conformamos con pedir disculpas, una forma más ligera y educada de cerrar un conflicto. El tema del perdón es muy serio en la educación y en la convivencia entre personas. Me gustaría tratar de ello en otro post... Para mí, aquí termina la función educadora. Y con ello, la disciplina en la escuela! Lo demás lo acepto, admito, acato. Pero no creo que la punición mejore el comportamiento en la formación de niños. Si acaso lo hace, como afirman los conductistas, es a un precio demasiado alto. El precio de inculcar unos valores que son nefastos: los del miedo, la sumisión y la imposición del poder. El ojo por ojo es un estadio moral poco noble. Castigar enseña a las víctimas a ser castigadores: cuando tengas el poder, ya castigarás, ahora sométete! Por cierto, gestionar así las conductas es muy cansado y muy costoso. Requiere tiempo, serenidad, habilidades comunicativas, empatía, respeto, generosidad. La resolución de un pequeño incidente puede tardar dos o tres días en cubrir las tres etapas. Mandarlo al despacho del jefe de estudios, en cambio, es cosa inmediata... Y es que la verdadera educación de la conducta de los niños es una carrera de fondo. Todos los buenos educadores lo saben, sean padres o maestros. Enmiendo lo dicho: se portan mal y deberían pasan determinadas cosas.
sábado, 29 de diciembre de 2018
Se portan mal, y no pasa nada!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario